Sentado en su balcón, como todos los días. Sabe que en breve comenzará a recordarla. Prefiere ir a dormir.
No sirve de nada dormir. Lo sorprenden los sueños con su imagen inmediata, tan nítida y palpable. Se despierta, no quiere dormir más, y comienza a recordar.
Sabe que los besos fueron pocos, pero que no cambiaría ninguno de ellos por un millón de alguien mas. Sabe que los abrazos que le robó no fueron muchos, pero que en cada uno dejó un pedazo de su alma en la de ella. Reconoce que las caricias escasearon, pero cuando una llegaba se sentía de nuevo lleno de vida. Sabe que las palabras en ambos dormían en sus bocas, pero recordó que sus silencios estaban llenos de calidez. Nunca en el silencio se dijo tanto como con ellos dos.
Recuerda todo esto, y le dan ganas de dormir. La recuerda y quiere soñar. La quiere soñar.